sábado, 29 de noviembre de 2008

De Niza a Turín


La quinta etaba del viaje nos llevó de Niza a Turín atravesando los Alpes Marítimos, un estribación de la cordillera que llega hasta la misma costa. No es una zona con cumbres muy elevadas, pero en esta época del año ya nieva, y se pueden ver las montañas bastante nevadas.

La carretera pese a ser de montaña es buena y con buenas vistas. Decidimos parar en un pueblo clavado en la ladera de una montaña llamado Telda, antes de atravesar el túnel que une Francia con Italia. Ya no hicimos más paradas hata Turín, que por ser domingo y hora de comer, presentaba un aspecto desierto.

Turín ha sido la mayor sorpresa del viaje. Me imaginaba una ciudad industrial y fría, y el aspecto cuando llegamos parecía confirmarlo. Sin embargo, una vez que llegamos al centro y pasó la hora de comer, los turineses salieron a la calle y la ciudad cambió por completo.

Definiría Turín como la ciudad de las plazas. Son enormes, y hay bastantes por todo el centro. Quizás la más importante sea la de San Carlo, pero no desmerecen la Piazza del Castello o la de Vittorio Veneto.

Visitamos la ya mencionada Piazza San Carlo, la preciosa Piazza Carignano, vía Roma, las Galería Trasalpinas, de aspecto similar a las de Vittorio Emmanuelle II en Milán, y la Piazza del Castello. Esta enorme plaza tiene en el centro el Castillo que le da nombre, y pegado a él, la fachada barroca del Palacio Madama. Tras el Castillo se sitúa el Palacio Real, en la misma plaza, y junto a él, el Duomo de Turín, que guarda la Sacra Síndone, la supuesta Sábana Santa de Jesucristo.

Otros lugares de interés que visitamos son por ejemplo la Basílica de la Conzolatta, una iglesia de planta doble elíptica preciosa, y que a mi juicio, es lo mejor de Turín. Era domingo y en esa iglesia había varias misas, por lo que desafortunadamente sólo pudimos verla a medias.

Completamos la visita por la calle Garibaldi, la calle más comercial de la ciudad, la Mole Antenilliana, una torre del siglo XIX en la que se encuentra el museo del cine, y un paseo ya nocturno por la orilla del río Po.

No dejéis de tomar un chocolate en Turín, que es muy típico y bueno (y caro). Los turineses hacen cola en alguna de las chocolaterías más conocidas para tomarlo. En Turín hace mucho frío y el chocolate calienta el cuerpo. Abrigaros si vais allí en invierno.

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