sábado, 29 de noviembre de 2008

De Milán a Savona

La mañana del segundo día la comenzamos metidos en un monumental atasco en la Tangenziale de Milán mientras nos dirigíamos a Pavia. Tras casi 2 horas para recorrer poco más de 40 Km llegamos a Certosa di Pavia, una estupenda colegiata que no debería dejar de visitarse si se está cerca, porque es verdaderamente sorprendente.

La fachada es de mármol verde y blanco al estilo del Duomo de Florencia (salvando las distancias, claro), y su interior es fascinante. Para mejorar la visita, llegamos en un momento en el que sólo había otra pareja en el recinto, aunque después fue llegando más gente. Cuando nos juntamos un pequeño grupo de unas 15 personas, un monje nos reunío para hacernos una visita guiada que incluía la iglesia, los dos claustros del monasterio, el refectorio, y una de las celdas de los monjes. Como era de esperar, se colocó a la salida para que con nuestra voluntad contribuyéramos al mantenimiento del recinto.

El monasterio está a unos 5 Km de Pavia, una pequeña ciudad con aire medieval que conserva un castillo similar al de Milán, un entramado de calles adoquinadas, un Duomo en continua reconstrucción por los daños causados por un terremoto, y varias iglesias románicas que constituyen un agradable paseo.

Y así llegamos a Génova, una de las ciudades más caóticas que he visto, y que estuvimos a punto de no visitar, pues era imposible dejar el coche. Miles y miles de motos y montones de aparcamientos públicos siempre completos que hacen que conducir allí sea una pesadilla. Finalmente encontramos un parking con huecos libres, y conseguimos dejar el coche.
La Génova a pie es totalmente distinta a la Génova en coche. Posee un casco histórico que dicen que es el mayor de Europa, y que no ofrece ni rastro del caos del tráfico que circula por arriba y por el interior de la colina en la que se situa. La Via Garibaldi es quizás la seña de la ciudad, pues por si sola constituye uno de los Patrimonios de la Humanidad, y verdaderamente lo merece, al igual que todo el casco histórico. Sólo una tremenda herida en la ciudad: una horrible carretera suspendida sobre un puente que cruza todo el centro bordeando el puerto. No entiendo cómo han podido hacer semejante barbaridad que estropea el encanto de la ciudad de un extremo a otro.

Ibamos a quedarmos allí a dormir, pero decidimos que sería mejor salir del caos de Génova, que podría ser incluso peor a primera hora de la mañana cuando los genoveses saliesen a trabajar. Y con estas, paramos en Savona, una pequeña ciudad a unos 30 Km de Génova, que en su día fue capital de la Liguria, con un pequeño pero bonito casco histórico, una fortaleza al borde del mar, y una pasta de garbanzos típica de Liguria a la que llaman farinata, y que por supuesto, probamos.

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